Apolo, dios del sol y la música, fue maldecido por el joven Eros después de que se burlarse de éste por jugar con un arco y flechas.
El irascible Eros tomó dos flechas, una de oro y otra de hierro. La de oro incitaba al amor y la de hierro el odio. Con la flecha de hierro disparó a la ninfa Dafne y con la de oro a Apolo en el corazón. Apolo se inflamó de pasión por Dafne y en cambio ella lo aborreció.
Apolo continuamente la persiguió, rogándole que se quedara con él, pero la ninfa siguió huyendo hasta que los dioses intervinieron y ayudaron a que Apolo la alcanzara. En vista de que Apolo la atraparía, Dafne invocó a su padre.
De repente, su piel se convirtió en corteza de arbol, su cabello en hojas y sus brazos en ramas. Dejó de correr ya que sus pies se enraizaron en la tierra. Apolo abrazó las ramas, pero incluso estas se redujeron y contrajeron.
Dafne se había transformado en laurel...
Como ya no podía tomarla por esposa, prometió amarla eternamente como su árbol y que sus ramas coronarían las cabezas de los líderes.
Apolo empleó sus poderes de eterna juventud e inmortalidad para que siempre esté verde.
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